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18/2/15

DÍA 10: EL AMOR ES INCONDICIONAL

sevenbro
Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)

Si alguien te preguntara: “¿Por qué amas a tu esposa?” o “¿Por qué
amas a tu esposo?”, ¿qué dirías?
La mayoría de los hombres mencionarían la belleza de su esposa,
su sentido del humor, su bondad, su fortaleza interna. Quizá,
hablarían de su capacidad para cocinar, su don para decorar o de lo
buena madre que es.
Probablemente, las mujeres dirían algo sobre lo atractivo que es su
esposo o sobre su personalidad. Lo elogiarían por su firmeza y por
su carácter estable. Dirían que lo aman porque siempre está allí
cuando lo necesitan, Es generoso. Es servicial.
¿Pero qué sucedería si con el correr de los años, tu cónyuge dejara
de ser todas estas cosas? ¿Seguirías amándolo? En función de lo
que contestaste antes, la única respuesta lógica sería “no”. Si todas
las razones por las que amas a tu cónyuge tienen que ver con sus
cualidades (y luego esas mismas cualidades desaparecen de repente
o con el tiempo) el fundamento de tu amor se esfuma.
El amor sólo puede durar toda la vida si es incondicional. La verdad
es la siguiente: al amor no lo define la persona amada sino la que
decide amar.
La Biblia se refiere a esta clase de amor con el uso de la palabra
griega ágape.
Es distinto de las otras clases de amor: fileos (la amistad) y eros (el
amor sexual). Por supuesto, tanto la amistad como el sexo ocupan
un lugar importante en el matrimonio y forman una parte esencial
del hogar e construyen juntos como esposo y esposa. No obstante,
si tu matrimonio depende por completo de tener intereses en
común o de disfrutar de una vida sexual saludable, los cimientos de
tu relación son inestables.
El fileos y el eros son más receptivos por naturaleza y pueden
fluctuar según los sentimientos. Por otro lado, el amor ágape es
desinteresado e incondicional. Así que a menos que esta clase de
amor constituya el cimiento de tu matrimonio, el desgaste del
tiempo lo destruirá. El amor ágape es un amor que se manifiesta
“en la salud y la enfermedad”, “en la prosperidad y en la
adversidad”, en buenos y malos momentos. Es la única clase de
amor verdadero.
Esto se debe a que es la clase de amor que Dios tiene. No nos ama
porque lo merezcamos sino porque El es amoroso. La Biblia dice:
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10). Si Él quisiera que
probáramos ser dignos de su amor, fracasaríamos de manera
lamentable. Sin embargo, el amor de Dios es una elección que
toma por su cuenta. Es algo que recibimos de su parte y que luego
transmitimos a los demás. “Nosotros amamos, porque Él nos amó
primero” (1 Juan 4:19).
Si un hombre le dice a su esposa: “Ya no estoy enamorado de ti”, lo
que en realidad está diciendo es: “Para empezar, nunca te amé en
forma incondicional”. Su amor se apoyaba en sentimientos o
circunstancias en lugar del compromiso. Es el resultado de edificar
un matrimonio sobre el amor/íleos o eros. Los cimientos deben ser
más profundos que una simple amistad o la atracción sexual. El
amor incondicional, el amor ágape, no oscilará con el tiempo ni las
circunstancias.
Sin embargo, no quiere decir que el amor que haya comenzado por
razones erróneas no pueda ser restaurado y redimido. Es más,
cuando reconstruyes tu matrimonio con el ágape como
fundamento, los aspectos de amistad y romance de tu amor se
vuelven aún más atractivos que nunca. Cuando el disfrute mutuo
como mejores amigos y amantes tiene su fundamento en un
compromiso inquebrantable, experimentas una intimidad que no
puede lograrse de ninguna otra manera. No obstante, a menos que
le permitas a Dios que comience a cultivar este tipo de amor
dentro de ti, lucharás y no lograrás alcanzar esta clase de
matrimonio. El amor que “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta” (i Corintios 13:7) no surge en nuestro
interior. Sólo puede venir de Dios. Las Escrituras dicen que “ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo
por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo
Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39). Es la clase de amor que
Dios tiene. Y por fortuna (si quieres) puede transformarse en tu
clase de amor; pero primero, debes recibirlo y transmitirlo.
Y cuando tu cónyuge comience a vivir cómodamente bajo su
sombra, no debes sorprenderte si amarlo te resulta más fácil que
antes, Ya no dirás: “Te amo porque...” Ahora, dirás: “Te amo y
punto”.

El desafío de hoy

Haz algo fuera de lo común por tu cónyuge: algo que pruebe
(tanto a ti como a él) que tu amor tiene su fundamento en tu
decisión y en nada más. Lava su automóvil. Limpia la cocina.
Compra su postre favorito. Dobla la ropa lavada. Demuéstrale
amor por la pura satisfacción de ser su compañero en el
matrimonio.

__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.

En el pasado, ¿tu amor ha estado basado en los atributos y en la
conducta de tu cónyuge o en tu compromiso? ¿Cómo puedes
seguir demostrando amor cuando no es recíproco como esperabas?
Al que confía en el Señor, la misericordia lo rodeará. (Salmo 32:10)



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sevenbro / Author & Editor

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