11/11/15
25/3/15
DÍA 40: EL AMOR ES UN PACTO
Adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será
mi pueblo, y tu Dios mi Dios. (Rut 1:16)
Felicitaciones. Has llegado al final del desafío de este libro. Sin
embargo, la experiencia y el reto de amar a tu cónyuge nunca
terminan. Siguen durante el resto de tu vida.
Este libro podrá terminar en el día 40. ¿Pero quién dice que tu
desafío tiene que terminar? Y a partir de este momento, te
desafiamos a que consideres tu relación matrimonial como un
pacto en lugar de un contrato. Estas dos palabras parecen tener
significado y propósito similares, pero en realidad, son sumamente
diferentes. Ver al matrimonio como un contrato es como decirle a
tu cónyuge: "Te tomo para mí y veremos si funciona". Sin embargo,
verlo como un pacto hace que digas: "Me entrego a ti y me
comprometo a este matrimonio para toda la vida".
Hay varias diferencias entre los pactos y los contratos. En general,
un contrato es un acuerdo escrito con un fundamento de
desconfianza, que enumera las condiciones y las consecuencias que
habrá si se rompe. Un pacto es un compromiso verbal que tiene su
fundamento en la confianza, y le asegura a otra persona que tu
promesa es incondicional y para toda la vida. Se realiza ante Dios
por amor a otro.
Un contrato es interesado y tiene una responsabilidad limitada.
Establece un marco de tiempo para que se cumplan y se logren
ciertas prestaciones. Un pacto es para beneficio de los demás y
tiene una responsabilidad ilimitada. No tiene fecha de
vencimiento. Es "hasta que la muerte nos separe". Un contrato
puede romperse de común acuerdo. Un pacto está hecho para que
sea inquebrantable.
La Biblia contiene varios grandes pactos que forman parte del
desarrollo de la historia del pueblo de Dios. Este hizo un pacto con
Noé y le prometió que nunca destruiría a toda carne con un diluvio
(Génesis 9:12-17). Hizo un pacto con Abraham y le prometió que
toda una nación de descendientes surgiría de su familia (Génesis
17:1-8). Hizo un pacto con Moisés y declaró que el pueblo de Israel
sería la posesión de Dios para siempre (Éxodo 19:3-6). Hizo un
pacto con David y le prometió que siempre habría un soberano en
su trono (2 Samuel 77-16). Finalmente, hizo un "nuevo pacto" por
medio de la sangre de Cristo, y estableció un legado eterno e
inalterable de perdón de pecados y vida eterna para los que crean
en Él (Hebreos 9:15). Dios nunca ha roto ninguno de estos pactos.
Además, está el matrimonio: el pacto más fuerte sobre la tierra
entre dos personas; la promesa de un hombre y una mujer de
establecer un amor incondicional y que dura toda la vida. En el
matrimonio, tu anillo de bodas representa los votos de tu pacto: no
solo compromisos que esperabas poder cumplir sino promesas
premeditadas, dichas en público con otras personas como testigos.
Como has leído muchas veces en estas páginas, no puedes cumplir
este pacto con tus propias fuerzas. Hay una buena razón por la cual
Dios fue el que inició los pactos con su pueblo. Es el único que
puede cumplir las exigencias de sus propias promesas. Es el único
que puede perdonar a los que reciben su pacto cuando no cumplen
con su parte del acuerdo; pero el Espíritu de Dios está dentro de ti
por medio de tu fe en su Hijo y de la gracia que recibiste con la
salvación. Esto significa que ahora sí puedes ejercer tu función de
cumplir el pacto, sin importar lo que pueda surgir que desafíe tu
fidelidad a él.
En especial, si tu cónyuge no quiere recibir tu amor en este
momento, cumplir el pacto puede ser más desalentador cada día.
Sin embargo, el matrimonio no es un contrato con cláusulas de
escape y términos de excepción. El matrimonio es un pacto hecho
para quitar todas las vías de retirada o abandono. No hay nada en
el mundo que pueda separar lo que Dios unió. Tu amor está
fundamentado en un pacto.
Cientos de años después de que el profeta Malaquías registró estas
palabras, la gente aún se pregunta por qué a veces Dios retiene su
bendición de los hogares y los matrimonios. "Y vosotros decís:
"¿Por qué?" Porque el Señor ha sido testigo entre tú y la mujer de
tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es
tu compañera y la mujer de tu pacto [...] Porque yo detesto el
divorcio -dice el Señor, Dios de Israel- y al que cubre de iniquidad
su vestidura -dice el Señor de los ejércitos-. Prestad atención, pues,
a vuestro espíritu y no seáis desleales" (Malaquías 2:14,16).
Todo matrimonio es llamado a ser una imagen terrenal del pacto
celestial de Dios con la iglesia. Debe revelarle al mundo la gloria y
la belleza del amor incondicional de Dios por nosotros. Jesús dijo:
"Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a
ustedes. Permanezcan en mi amor" (Juan 15:9 NVI). Deja que sus
palabras te inspiren a ser un canal del amor de Dios para tu
cónyuge.
Ahora es el momento, para renovar tu pacto de amor con toda
sinceridad y entrega. El amor es un tesoro demasiado santo como
para intercambiarlo por otro, y un vínculo demasiado poderoso
como para romper sin que haya consecuencias nefastas. Vuelve a
concentrar tu amor en esta persona que el Señor te ha dado para
apreciar, valorar y honrar. Tienen por delante una vida juntos.
Atrévete a tomarla y no soltarla jamás. Acepta el desafío del amor.
El desafío de hoy
Escribe una renovación de tus votos y colócala en tu hogar.
Quizá, si corresponde, podrías planear una renovación formal
de tus votos matrimoniales ante un pastor, con la familia
presente. Que sea una afirmación viva del valor del
matrimonio a los ojos de Dios y del alto honor de ser uno con
tu cónyuge.
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Qué te ha revelado Dios durante estos 40 días? ¿Cómo ha
cambiado tu visión del matrimonio? ¿Cuán comprometido estás
con Dios y con tu cónyuge? ¿A quiénes puedes contarles de este
compromiso como testimonio?
Para siempre se ha acordado de su pacto. (Salmo 105:8)
mi pueblo, y tu Dios mi Dios. (Rut 1:16)
Felicitaciones. Has llegado al final del desafío de este libro. Sin
embargo, la experiencia y el reto de amar a tu cónyuge nunca
terminan. Siguen durante el resto de tu vida.
Este libro podrá terminar en el día 40. ¿Pero quién dice que tu
desafío tiene que terminar? Y a partir de este momento, te
desafiamos a que consideres tu relación matrimonial como un
pacto en lugar de un contrato. Estas dos palabras parecen tener
significado y propósito similares, pero en realidad, son sumamente
diferentes. Ver al matrimonio como un contrato es como decirle a
tu cónyuge: "Te tomo para mí y veremos si funciona". Sin embargo,
verlo como un pacto hace que digas: "Me entrego a ti y me
comprometo a este matrimonio para toda la vida".
Hay varias diferencias entre los pactos y los contratos. En general,
un contrato es un acuerdo escrito con un fundamento de
desconfianza, que enumera las condiciones y las consecuencias que
habrá si se rompe. Un pacto es un compromiso verbal que tiene su
fundamento en la confianza, y le asegura a otra persona que tu
promesa es incondicional y para toda la vida. Se realiza ante Dios
por amor a otro.
Un contrato es interesado y tiene una responsabilidad limitada.
Establece un marco de tiempo para que se cumplan y se logren
ciertas prestaciones. Un pacto es para beneficio de los demás y
tiene una responsabilidad ilimitada. No tiene fecha de
vencimiento. Es "hasta que la muerte nos separe". Un contrato
puede romperse de común acuerdo. Un pacto está hecho para que
sea inquebrantable.
La Biblia contiene varios grandes pactos que forman parte del
desarrollo de la historia del pueblo de Dios. Este hizo un pacto con
Noé y le prometió que nunca destruiría a toda carne con un diluvio
(Génesis 9:12-17). Hizo un pacto con Abraham y le prometió que
toda una nación de descendientes surgiría de su familia (Génesis
17:1-8). Hizo un pacto con Moisés y declaró que el pueblo de Israel
sería la posesión de Dios para siempre (Éxodo 19:3-6). Hizo un
pacto con David y le prometió que siempre habría un soberano en
su trono (2 Samuel 77-16). Finalmente, hizo un "nuevo pacto" por
medio de la sangre de Cristo, y estableció un legado eterno e
inalterable de perdón de pecados y vida eterna para los que crean
en Él (Hebreos 9:15). Dios nunca ha roto ninguno de estos pactos.
Además, está el matrimonio: el pacto más fuerte sobre la tierra
entre dos personas; la promesa de un hombre y una mujer de
establecer un amor incondicional y que dura toda la vida. En el
matrimonio, tu anillo de bodas representa los votos de tu pacto: no
solo compromisos que esperabas poder cumplir sino promesas
premeditadas, dichas en público con otras personas como testigos.
Como has leído muchas veces en estas páginas, no puedes cumplir
este pacto con tus propias fuerzas. Hay una buena razón por la cual
Dios fue el que inició los pactos con su pueblo. Es el único que
puede cumplir las exigencias de sus propias promesas. Es el único
que puede perdonar a los que reciben su pacto cuando no cumplen
con su parte del acuerdo; pero el Espíritu de Dios está dentro de ti
por medio de tu fe en su Hijo y de la gracia que recibiste con la
salvación. Esto significa que ahora sí puedes ejercer tu función de
cumplir el pacto, sin importar lo que pueda surgir que desafíe tu
fidelidad a él.
En especial, si tu cónyuge no quiere recibir tu amor en este
momento, cumplir el pacto puede ser más desalentador cada día.
Sin embargo, el matrimonio no es un contrato con cláusulas de
escape y términos de excepción. El matrimonio es un pacto hecho
para quitar todas las vías de retirada o abandono. No hay nada en
el mundo que pueda separar lo que Dios unió. Tu amor está
fundamentado en un pacto.
Cientos de años después de que el profeta Malaquías registró estas
palabras, la gente aún se pregunta por qué a veces Dios retiene su
bendición de los hogares y los matrimonios. "Y vosotros decís:
"¿Por qué?" Porque el Señor ha sido testigo entre tú y la mujer de
tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es
tu compañera y la mujer de tu pacto [...] Porque yo detesto el
divorcio -dice el Señor, Dios de Israel- y al que cubre de iniquidad
su vestidura -dice el Señor de los ejércitos-. Prestad atención, pues,
a vuestro espíritu y no seáis desleales" (Malaquías 2:14,16).
Todo matrimonio es llamado a ser una imagen terrenal del pacto
celestial de Dios con la iglesia. Debe revelarle al mundo la gloria y
la belleza del amor incondicional de Dios por nosotros. Jesús dijo:
"Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a
ustedes. Permanezcan en mi amor" (Juan 15:9 NVI). Deja que sus
palabras te inspiren a ser un canal del amor de Dios para tu
cónyuge.
Ahora es el momento, para renovar tu pacto de amor con toda
sinceridad y entrega. El amor es un tesoro demasiado santo como
para intercambiarlo por otro, y un vínculo demasiado poderoso
como para romper sin que haya consecuencias nefastas. Vuelve a
concentrar tu amor en esta persona que el Señor te ha dado para
apreciar, valorar y honrar. Tienen por delante una vida juntos.
Atrévete a tomarla y no soltarla jamás. Acepta el desafío del amor.
El desafío de hoy
Escribe una renovación de tus votos y colócala en tu hogar.
Quizá, si corresponde, podrías planear una renovación formal
de tus votos matrimoniales ante un pastor, con la familia
presente. Que sea una afirmación viva del valor del
matrimonio a los ojos de Dios y del alto honor de ser uno con
tu cónyuge.
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Qué te ha revelado Dios durante estos 40 días? ¿Cómo ha
cambiado tu visión del matrimonio? ¿Cuán comprometido estás
con Dios y con tu cónyuge? ¿A quiénes puedes contarles de este
compromiso como testimonio?
Para siempre se ha acordado de su pacto. (Salmo 105:8)
24/3/15
Mujeres
sevenbro
marzo 24, 2015
22 DE ABRIL
DIOS CONOCE TU TALLA DE VESTIDO Y DE ZAPATOS
¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?...
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Mateo 6:25, 28, 29.
Me preparaba para un retiro de damas en el que sería la oradora, pero necesitaba zapatos negros. Mi hijo estudiaba en la academia, y todos mis recursos se destinaban a pagar su colegiatura.
Le dije a mi Padre celestial que necesitaba un par de zapatos negros para predicar, que no tenía el dinero para comprarlos y que debía viajar ese fin de semana. Era lunes. A la tarde me llamó mi amiga Isabel para preguntarme si su esposo podía pasar por mi oficina al día siguiente. Le respondí que sí, y nos despedimos. El martes su esposo pasó por la oficina y me pidió que saliera con las llaves del automóvil. Comenzó a sacar bolsas y cajas de zapatos, y los colocó mi auto. ¡Eran ocho cajas! Me dijo que al día siguiente traería más, porque Isabel tenía muchos zapatos nuevos y no podía usarlos. Tres pares eran negros, y ¡todos a mi medida!
En otra ocasión, solo tenía tres trajes adecuados para predicar. Le dije al Señor: “Sabes que necesito trajes para predicar, y no tengo dinero para comprarlos”. Entonces, mi amiga María me dijo: “Tengo unos cuantos trajes a los que tú les podrías dar mejor uso que yo, y te los quiero regalar”.
Hermana, no tengo suficientes páginas ni tinta para testificar de la grandísima fidelidad de Dios para conmigo. Él conoce tu talle de zapatos y de vestido. Sabe exactamente qué necesitas y cuándo lo necesitas. El Dios que rige el universo no solo se ocupa de las cosas “grandes” de este mundo, también suple tus necesidades aparentemente insignificantes.
Alabo al Todopoderoso por los benefactores que me proveen. Ellos son sus instrumentos. Y mientras me bendicen, yo llego a ser bendición para otros.
Ve a realizar tus tareas este día con la seguridad de que el Dios que alimenta a las aves y viste a los lirios también cuidará de ti.
Esmeralda Guzmán.
Adultos -
DIOS CONOCE TU TALLA DE VESTIDO Y DE ZAPATOS
¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?...
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Mateo 6:25, 28, 29.
Me preparaba para un retiro de damas en el que sería la oradora, pero necesitaba zapatos negros. Mi hijo estudiaba en la academia, y todos mis recursos se destinaban a pagar su colegiatura.
Le dije a mi Padre celestial que necesitaba un par de zapatos negros para predicar, que no tenía el dinero para comprarlos y que debía viajar ese fin de semana. Era lunes. A la tarde me llamó mi amiga Isabel para preguntarme si su esposo podía pasar por mi oficina al día siguiente. Le respondí que sí, y nos despedimos. El martes su esposo pasó por la oficina y me pidió que saliera con las llaves del automóvil. Comenzó a sacar bolsas y cajas de zapatos, y los colocó mi auto. ¡Eran ocho cajas! Me dijo que al día siguiente traería más, porque Isabel tenía muchos zapatos nuevos y no podía usarlos. Tres pares eran negros, y ¡todos a mi medida!
En otra ocasión, solo tenía tres trajes adecuados para predicar. Le dije al Señor: “Sabes que necesito trajes para predicar, y no tengo dinero para comprarlos”. Entonces, mi amiga María me dijo: “Tengo unos cuantos trajes a los que tú les podrías dar mejor uso que yo, y te los quiero regalar”.
Hermana, no tengo suficientes páginas ni tinta para testificar de la grandísima fidelidad de Dios para conmigo. Él conoce tu talle de zapatos y de vestido. Sabe exactamente qué necesitas y cuándo lo necesitas. El Dios que rige el universo no solo se ocupa de las cosas “grandes” de este mundo, también suple tus necesidades aparentemente insignificantes.
Alabo al Todopoderoso por los benefactores que me proveen. Ellos son sus instrumentos. Y mientras me bendicen, yo llego a ser bendición para otros.
Ve a realizar tus tareas este día con la seguridad de que el Dios que alimenta a las aves y viste a los lirios también cuidará de ti.
Esmeralda Guzmán.
Adultos -
Jovenes -
Jovenes
sevenbro
marzo 24, 2015
22 DE ABRIL
FELICES LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DEL BIEN
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos. Mateo 5:10-12.
Alguien puede abrazar una ideología política, una causa social o ecológica, y aun una fe religiosa, movido por intereses personales egoístas, o por coerción de parte de los hombres o por miedo a Dios. Pero, cuando como consecuencia de esa supuesta adherencia suya tiene que sufrir, si su experiencia no es genuina, abandonará rápidamente esa causa, pues el “precio” por pagar es demasiado alto.
Hoy en día, cunde un cristianismo hedonista, utilitario, pragmatista, que lo único que le interesa es ver cuántos beneficios terrenales y temporales se puede conseguir de la relación con Dios. Muchísimas personas se acercan al cristianismo buscando garantías de que todo les va a ir bien en esta vida. Creen que con Cristo tendrán empleo, salud, pareja, amistades y placer garantizados. Cuando sus expectativas no se cumplen, y empiezan a sentir el rigor de lo que significa vivir hasta sus últimas consecuencias los principios cristianos, muchos abandonan la fe.
Pero Jesús no te engaña: ser cristiano es seguir en las pisadas de Jesús, imitar su ejemplo, vivir de acuerdo con sus principios, todo lo cual va en contra de los parámetros egoístas e impuros que imperan en nuestra sociedad.
Ser cristiano, en el mundo en rebelión en que vivimos, es solo para valientes. Hace falta una “santa osadía”, una “santa rebeldía”, para ser cristiano de verdad en la sociedad contemporánea. Pero, si te pones a pensar, este no es un fenómeno privativo del cristianismo. En todas las sociedades y culturas, aquellas personas que tuvieron convicciones profundas, y las defendieron de los errores del mundo que las rodeaba, que sintieron que tenían la misión de cambiar las cosas, fueron incomprendidas, presionadas, perseguidas, y hasta pagaron con su vida su atrevimiento de ser ellas mismas y de jugarse todo por sus convicciones.
Y tú ¿qué prefieres? ¿Ser un juguete en manos de los malvados o echar tu suerte con tu Salvador, enarbolando la bandera de la Cruz?
Adultos -
FELICES LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DEL BIEN
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos. Mateo 5:10-12.
Alguien puede abrazar una ideología política, una causa social o ecológica, y aun una fe religiosa, movido por intereses personales egoístas, o por coerción de parte de los hombres o por miedo a Dios. Pero, cuando como consecuencia de esa supuesta adherencia suya tiene que sufrir, si su experiencia no es genuina, abandonará rápidamente esa causa, pues el “precio” por pagar es demasiado alto.
Hoy en día, cunde un cristianismo hedonista, utilitario, pragmatista, que lo único que le interesa es ver cuántos beneficios terrenales y temporales se puede conseguir de la relación con Dios. Muchísimas personas se acercan al cristianismo buscando garantías de que todo les va a ir bien en esta vida. Creen que con Cristo tendrán empleo, salud, pareja, amistades y placer garantizados. Cuando sus expectativas no se cumplen, y empiezan a sentir el rigor de lo que significa vivir hasta sus últimas consecuencias los principios cristianos, muchos abandonan la fe.
Pero Jesús no te engaña: ser cristiano es seguir en las pisadas de Jesús, imitar su ejemplo, vivir de acuerdo con sus principios, todo lo cual va en contra de los parámetros egoístas e impuros que imperan en nuestra sociedad.
Ser cristiano, en el mundo en rebelión en que vivimos, es solo para valientes. Hace falta una “santa osadía”, una “santa rebeldía”, para ser cristiano de verdad en la sociedad contemporánea. Pero, si te pones a pensar, este no es un fenómeno privativo del cristianismo. En todas las sociedades y culturas, aquellas personas que tuvieron convicciones profundas, y las defendieron de los errores del mundo que las rodeaba, que sintieron que tenían la misión de cambiar las cosas, fueron incomprendidas, presionadas, perseguidas, y hasta pagaron con su vida su atrevimiento de ser ellas mismas y de jugarse todo por sus convicciones.
Y tú ¿qué prefieres? ¿Ser un juguete en manos de los malvados o echar tu suerte con tu Salvador, enarbolando la bandera de la Cruz?
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marzo 24, 2015
22 DE ABRIL
“PASTOR, USTED ME CASARÁ”
“Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él" (Proverbios 22:6).
En el Colegio Adventista de Sagunto teníamos una hermosa tradición. Cada final de curso celebrábamos una ceremonia bautismal al aire libre en el baptisterio exterior excavado en la roca, entre pinos y algarrobos, rodeados de la aromática flora mediterránea: tomillo, romero y lavanda. En ese importante evento del programa de clausura, varios alumnos hacían su pacto solemne con el Señor.
Aquel fin de curso de 1983, el grupo era numeroso. Cristinita, una jovencita de once años, fue una de ellas. Era la hija de unos empleados del colegio y me había pedido insistentemente que yo la bautizara. Era una niña alegre, espontánea, vivaz, inteligente y piadosa. Al salir de las aguas bautismales, con su túnica completamente mojada y sus cabellos negros cayendo sobre su espalda, Cristinita emocionada por lo que acababa de hacer, me miró con una carita de inocencia que expresaba una inmensa felicidad, y dibujando una sonrisa, me dijo con cierta candidez no carente de firmeza: “Pastor, usted me casará”.
Transcurrieron dieciséis años y Cristinita se hizo una mujer. Había terminado los estudios universitarios y ejercía como maestra en una escuela pública de la ciudad. En la iglesia local era una miembro activa y responsable. Allí conoció a Gerson, un joven adventista de la Iglesia de Barcelona, con el que inició un noviazgo que les llevó al compromiso matrimonial. Una mañana de enero de 1999, el teléfono sonó en mi despacho de Berna (Suiza) y una voz femenina me dijo en español: “Pastor, soy Cristina, me caso”. Y la casé, en el mismo lugar donde había sellado un pacto de fidelidad con el Señor; allí, sus familiares, amigos, hermanos y el pastor que la bautizó, fuimos testigos de sus votos de amor y de su sagrado compromiso matrimonial delante de Dios, el Dios de su niñez y juventud.
El versículo de hoy es una orden divina acompañada de una animadora promesa. La educación cristiana en el hogar, la iglesia y la escuela durante los primeros años de la vida deja huellas imborrables en el alma de nuestros niños y jóvenes. Una bendición especial del Señor acompaña y prospera la obra redentora que realizan padres y educadores y, aunque el tiempo pase, la rueda de la vida dé muchas vueltas y las circunstancias personales cambien, “los hábitos correctos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se convertirán en parte del carácter y, por regla general, señalarán el curso del individuo por toda la vida” (Conducción del niño, p. 181).
¿Has sembrado la semilla del evangelio en un niño? Tarde o temprano dará un agradable fruto.
Jovenes -
“PASTOR, USTED ME CASARÁ”
“Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él" (Proverbios 22:6).
En el Colegio Adventista de Sagunto teníamos una hermosa tradición. Cada final de curso celebrábamos una ceremonia bautismal al aire libre en el baptisterio exterior excavado en la roca, entre pinos y algarrobos, rodeados de la aromática flora mediterránea: tomillo, romero y lavanda. En ese importante evento del programa de clausura, varios alumnos hacían su pacto solemne con el Señor.
Aquel fin de curso de 1983, el grupo era numeroso. Cristinita, una jovencita de once años, fue una de ellas. Era la hija de unos empleados del colegio y me había pedido insistentemente que yo la bautizara. Era una niña alegre, espontánea, vivaz, inteligente y piadosa. Al salir de las aguas bautismales, con su túnica completamente mojada y sus cabellos negros cayendo sobre su espalda, Cristinita emocionada por lo que acababa de hacer, me miró con una carita de inocencia que expresaba una inmensa felicidad, y dibujando una sonrisa, me dijo con cierta candidez no carente de firmeza: “Pastor, usted me casará”.
Transcurrieron dieciséis años y Cristinita se hizo una mujer. Había terminado los estudios universitarios y ejercía como maestra en una escuela pública de la ciudad. En la iglesia local era una miembro activa y responsable. Allí conoció a Gerson, un joven adventista de la Iglesia de Barcelona, con el que inició un noviazgo que les llevó al compromiso matrimonial. Una mañana de enero de 1999, el teléfono sonó en mi despacho de Berna (Suiza) y una voz femenina me dijo en español: “Pastor, soy Cristina, me caso”. Y la casé, en el mismo lugar donde había sellado un pacto de fidelidad con el Señor; allí, sus familiares, amigos, hermanos y el pastor que la bautizó, fuimos testigos de sus votos de amor y de su sagrado compromiso matrimonial delante de Dios, el Dios de su niñez y juventud.
El versículo de hoy es una orden divina acompañada de una animadora promesa. La educación cristiana en el hogar, la iglesia y la escuela durante los primeros años de la vida deja huellas imborrables en el alma de nuestros niños y jóvenes. Una bendición especial del Señor acompaña y prospera la obra redentora que realizan padres y educadores y, aunque el tiempo pase, la rueda de la vida dé muchas vueltas y las circunstancias personales cambien, “los hábitos correctos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se convertirán en parte del carácter y, por regla general, señalarán el curso del individuo por toda la vida” (Conducción del niño, p. 181).
¿Has sembrado la semilla del evangelio en un niño? Tarde o temprano dará un agradable fruto.
Jovenes -
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DÍA 39: EL AMOR PERDURA
Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros. (2 Corintios
9:8)
De todas las cosas que el amor se atreve a hacer, esta es la mayor
de todas. Aunque se ve amenazado, sigue adelante. Aunque se ve
desafiado, sigue avanzando. Aunque lo maltratan y lo rechazan, se
niega a darse por vencido. El amor nunca deja de ser.
Muchas veces, cuando un matrimonio está en crisis, el cónyuge
que intenta lograr que las cosas funcionen le dice al otro con toda
claridad que sin importar lo que haya sucedido en el pasado, está
comprometido con su matrimonio. Puedes estar seguro de que su
amor perdurará. Lo promete. No obstante, como el otro cónyuge
todavía no quiere escucharlo, mantiene su postura distante. Aun
quiere separarse. No cree que este matrimonio dure mucho
tiempo. Ya ni siquiera quiere que dure.
El cónyuge que acaba de jugarse el corazón, tendiendo la mano en
son de paz, no puede manejar el rechazo. Así que retira lo dicho.
"Bueno. Si así lo quieres, así será".
Sin embargo, si el amor es en verdad amor, no cambia de opinión
cuando no lo reciben como quiere. Si al amor se le puede decir que
deje de amar, en realidad no es amor. El amor que viene de Dios es
interminable, imparable. Si el objeto de su afecto elije no recibirlo,
no deja de dar.
El amor nunca deja de ser.
Nunca.
Así es el amor de Jesús. Sus discípulos eran verdaderamente
impredecibles. Luego de su última comida de Pascuas juntos,
cuando Jesús les dijo que todos lo abandonarían antes de que
terminara la noche, Pedro declaró: "Aunque todos se aparten por
causa de ti, yo nunca me apartaré [...] Aunque tenga que morir
contigo, jamás te negaré" (Mateo 26:33,35). Los demás discípulos se
hicieron eco de la misma promesa.
Sin embargo, más tarde esa noche, el círculo íntimo de seguidores
de Jesús (Pedro, Santiago y Juan) dormiría mientras Jesús
agonizaba en el huerto. Camino a la crucifixión de Cristo, Pedro lo
negaría tres veces en el patio; pero en ese preciso momento, la
Biblia dice que Jesús "se volvió y miró a Pedro" (Lucas 22:61). Sus
hombres le habían fallado (otra vez) horas después de sus
promesas. Aun así, nunca dejó de amarlos, porque Él es "el mismo
ayer y hoy y por los siglos" (Hebreos 13:8), y su amor también.
Cuando hayas hecho todo lo que puedes para obedecer a Dios, tu
cónyuge quizá te abandone y se vaya... así como los discípulos de
Jesús hicieron con Él; pero si tu matrimonio fracasa, si tu cónyuge
se va, que no sea porque te diste por vencido o dejaste de amarlo.
El amor nunca deja de ser.
De las nueve características del "fruto del Espíritu" que se
enumeran en Gálatas 5, la primera de todas es el amor. Y como el
inalterable Espíritu Santo es la fuente (el mismo Espíritu Santo que
habita en el corazón de todos los creyentes), entonces el amor que
Él crea en ti también es inalterable. Tiene su fundamento en la
voluntad de Dios, en el llamado de Dios y en la Palabra de Dios:
todas cosas inalterables. La Biblia las declara "irrevocables"
(Romanos 11:29). "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no
pasarán" (Lucas 21:33).
Hace tan solo unos días, recibiste el desafío de construir tu
matrimonio sobre la Palabra de Dios; porque cuando todo lo
demás fracasa, la verdad de Dios seguirá en pie. A lo largo del
camino, también te atreviste a ser paciente, a ser generoso, a
sacrificarte por las necesidades de tu cónyuge.
No se trata solo de ideas lindas, que existen en forma aislada. Cada
característica del amor que se esboza en este libro está basada en el
amor de Dios, el cual vemos contenido y expresado en la Palabra
de Dios-, en la Palabra inalterable de Dios. Ningún desafío ni
circunstancia pueden colocarle una fecha de vencimiento a Él ni a
su amor. Por lo tanto, tu amor (hecho de la misma sustancia) tiene
las mismas características inalterables.
El amor nunca deja de ser. Así que el desafío de hoy es expresar tu
amor inquebrantable con las palabras más poderosas y personales
que puedas. Es tu oportunidad de declarar que sin importar las
imperfecciones que existan (tanto en ti como en tu cónyuge) tu
amor es aun más grande. Sin importar lo que tu cónyuge haya
hecho o cuan a menudo lo haya hecho, decides amarlo de todas
maneras. Aunque con el correr de los años no has sido para nada
constante en tu manera de tratarlo, tus días de inconstancia en el
amor han terminado. Acepta a esta persona como el regalo especial
de Dios para ti y promete amarla hasta la muerte.
Lo que le comunicas a tu cónyuge es: "Aun si no te gusta lo que ves,
aun si no te gusto yo, elijo amarte de todas maneras. Para siempre".
Porque el amor nunca deja de ser.
El desafío de hoy
Pasa tiempo orando solo. Luego, escríbele una carta de
compromiso y decisión a tu cónyuge. Incluye la razón por la
cual te comprometes con este matrimonio hasta la muerte, y
exprésale que te has propuesto amarlo sin importar lo que
suceda. Deja la carta en un lugar donde tu pareja la pueda
encontrar.
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Qué dudas tenías al escribir esta carta? ¿Cómo esperas que tu
cónyuge responda? ¿Cómo te ayudó Dios a escribirla y qué te
enseñó sobre ti mismo este proceso?
[Él] se complace en la misericordia. (Miqueas 7:18)
9:8)
De todas las cosas que el amor se atreve a hacer, esta es la mayor
de todas. Aunque se ve amenazado, sigue adelante. Aunque se ve
desafiado, sigue avanzando. Aunque lo maltratan y lo rechazan, se
niega a darse por vencido. El amor nunca deja de ser.
Muchas veces, cuando un matrimonio está en crisis, el cónyuge
que intenta lograr que las cosas funcionen le dice al otro con toda
claridad que sin importar lo que haya sucedido en el pasado, está
comprometido con su matrimonio. Puedes estar seguro de que su
amor perdurará. Lo promete. No obstante, como el otro cónyuge
todavía no quiere escucharlo, mantiene su postura distante. Aun
quiere separarse. No cree que este matrimonio dure mucho
tiempo. Ya ni siquiera quiere que dure.
El cónyuge que acaba de jugarse el corazón, tendiendo la mano en
son de paz, no puede manejar el rechazo. Así que retira lo dicho.
"Bueno. Si así lo quieres, así será".
Sin embargo, si el amor es en verdad amor, no cambia de opinión
cuando no lo reciben como quiere. Si al amor se le puede decir que
deje de amar, en realidad no es amor. El amor que viene de Dios es
interminable, imparable. Si el objeto de su afecto elije no recibirlo,
no deja de dar.
El amor nunca deja de ser.
Nunca.
Así es el amor de Jesús. Sus discípulos eran verdaderamente
impredecibles. Luego de su última comida de Pascuas juntos,
cuando Jesús les dijo que todos lo abandonarían antes de que
terminara la noche, Pedro declaró: "Aunque todos se aparten por
causa de ti, yo nunca me apartaré [...] Aunque tenga que morir
contigo, jamás te negaré" (Mateo 26:33,35). Los demás discípulos se
hicieron eco de la misma promesa.
Sin embargo, más tarde esa noche, el círculo íntimo de seguidores
de Jesús (Pedro, Santiago y Juan) dormiría mientras Jesús
agonizaba en el huerto. Camino a la crucifixión de Cristo, Pedro lo
negaría tres veces en el patio; pero en ese preciso momento, la
Biblia dice que Jesús "se volvió y miró a Pedro" (Lucas 22:61). Sus
hombres le habían fallado (otra vez) horas después de sus
promesas. Aun así, nunca dejó de amarlos, porque Él es "el mismo
ayer y hoy y por los siglos" (Hebreos 13:8), y su amor también.
Cuando hayas hecho todo lo que puedes para obedecer a Dios, tu
cónyuge quizá te abandone y se vaya... así como los discípulos de
Jesús hicieron con Él; pero si tu matrimonio fracasa, si tu cónyuge
se va, que no sea porque te diste por vencido o dejaste de amarlo.
El amor nunca deja de ser.
De las nueve características del "fruto del Espíritu" que se
enumeran en Gálatas 5, la primera de todas es el amor. Y como el
inalterable Espíritu Santo es la fuente (el mismo Espíritu Santo que
habita en el corazón de todos los creyentes), entonces el amor que
Él crea en ti también es inalterable. Tiene su fundamento en la
voluntad de Dios, en el llamado de Dios y en la Palabra de Dios:
todas cosas inalterables. La Biblia las declara "irrevocables"
(Romanos 11:29). "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no
pasarán" (Lucas 21:33).
Hace tan solo unos días, recibiste el desafío de construir tu
matrimonio sobre la Palabra de Dios; porque cuando todo lo
demás fracasa, la verdad de Dios seguirá en pie. A lo largo del
camino, también te atreviste a ser paciente, a ser generoso, a
sacrificarte por las necesidades de tu cónyuge.
No se trata solo de ideas lindas, que existen en forma aislada. Cada
característica del amor que se esboza en este libro está basada en el
amor de Dios, el cual vemos contenido y expresado en la Palabra
de Dios-, en la Palabra inalterable de Dios. Ningún desafío ni
circunstancia pueden colocarle una fecha de vencimiento a Él ni a
su amor. Por lo tanto, tu amor (hecho de la misma sustancia) tiene
las mismas características inalterables.
El amor nunca deja de ser. Así que el desafío de hoy es expresar tu
amor inquebrantable con las palabras más poderosas y personales
que puedas. Es tu oportunidad de declarar que sin importar las
imperfecciones que existan (tanto en ti como en tu cónyuge) tu
amor es aun más grande. Sin importar lo que tu cónyuge haya
hecho o cuan a menudo lo haya hecho, decides amarlo de todas
maneras. Aunque con el correr de los años no has sido para nada
constante en tu manera de tratarlo, tus días de inconstancia en el
amor han terminado. Acepta a esta persona como el regalo especial
de Dios para ti y promete amarla hasta la muerte.
Lo que le comunicas a tu cónyuge es: "Aun si no te gusta lo que ves,
aun si no te gusto yo, elijo amarte de todas maneras. Para siempre".
Porque el amor nunca deja de ser.
El desafío de hoy
Pasa tiempo orando solo. Luego, escríbele una carta de
compromiso y decisión a tu cónyuge. Incluye la razón por la
cual te comprometes con este matrimonio hasta la muerte, y
exprésale que te has propuesto amarlo sin importar lo que
suceda. Deja la carta en un lugar donde tu pareja la pueda
encontrar.
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Qué dudas tenías al escribir esta carta? ¿Cómo esperas que tu
cónyuge responda? ¿Cómo te ayudó Dios a escribirla y qué te
enseñó sobre ti mismo este proceso?
[Él] se complace en la misericordia. (Miqueas 7:18)
23/3/15
DÍA 38: EL AMOR CUMPLE SUEÑOS
Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón.
(Salmo 37:4)
¿Qué le gustaría de verdad a tu cónyuge? ¿Cuán a menudo te haces
esa pregunta?
El sentido común nos dice que no podemos darle a nuestro
cónyuge todo lo que quiere. Nuestro presupuesto y nuestra cuenta
bancaria nos dicen que es probable que no podamos costearlo. Aun
si pudiéramos, tal vez no sería bueno para nosotros... ni para él.
Quizá hayas dejado que el "no" se transforme en una respuesta
demasiado rápida. Tal vez hayas permitido que esta opción
negativa por defecto se vuelva demasiado racional, demasiado
automática. ¿Qué sucedería si en lugar de desestimar la idea,
hicieras todo lo posible por cumplirla? ¿Qué sucedería si lo que tu
pareja dice que jamás harías por ella se transformara en lo próximo
que hicieras?
A veces, el amor debe ser extravagante. Necesita hacer lo
imposible. A veces, necesita dejar de lado los detalles y bendecir
sólo porque quiere hacerlo.
¿Acaso se parece demasiado a la forma de pensar de un
adolescente? ¿Un amor así ya no está en el menú luego de tantos
años de matrimonio? Después de todo, como quizá estén las cosas
en tu matrimonio en este momento, ¿no sería poco genuino
consentir a tu cónyuge si no lo haces de corazón?
Lo bueno sería que sí lo hicieras de corazón. ¿Qué me dices de
adoptar un nuevo nivel de amor que quiera cumplir todos los
sueños y los deseos que pueda?
¿Acaso el amor de Dios no satisfizo necesidades de tu corazón que
alguna vez parecían imposibles? Vivías con una carga tan grande
de pecado y reproche que pensabas que nunca volverías a ganarte
la gracia de Dios. Sin embargo, te miró con amor y dijo que no era
necesario. Anhelaba que regresaras. Quería que te dieras cuenta de
tu necesidad de Él, y que luego de arrepentirte y acudir a Él, te
amaría y te perdonaría. "Dios, que es rico en misericordia, por
causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos
muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo"
(Efesios 2:4-5).
Pensaste que la vida se había terminado cuando cierto
contratiempo te derribó. Te quebraste y clamaste a Él. Oraste como
nunca antes lo habías hecho. Y aunque no fue fácil volver a
levantarte y seguir caminando, de alguna manera sobreviviste. Él te
recibió con su paz "que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses
4:7), tal como prometió, y te mantuvo de pie. Dios no eligió
derramar su amor sobre ti cuando te comportabas como un ángel.
No te ofreció su gracia porque la merecieras. "Pero Dios demuestra
su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros" (Romanos 5:8).
Él es tu modelo a seguir. Su amor está diseñado para que lo imites.
Aunque no eras un candidato probable para recibir su amor, Él te
lo dio de todas formas. Pagó el precio.
No todo lo que tu cónyuge quiere es demasiado costoso. No todo lo
que desea puede comprarse con dinero. Quizá, tu esposa anhele tu
tiempo; tal vez, tu atención. Quizá desee que la trates como a una
dama, saber que su esposo la considera su mayor tesoro. Tal vez
anhele ver en tus ojos un amor que decida estar presente sin
importar qué suceda.
Quizá, tu esposo anhele tu respeto; tal vez desee que lo reconozcas
como la cabeza del hogar frente a tus hijos. Quizá anhele que le
eches los brazos alrededor del cuello sin razón aparente, que lo
sorprendas con un largo beso o una nota de amor cuando no haya
un cumpleaños ni un aniversario para justificarlo. Tal vez desee
saber que todavía piensas que es fuerte y atractivo, como antes.
Los sueños y los deseos vienen en todas las formas y los tamaños;
pero el amor se fija bien en cada uno.
El amor te llama a escuchar lo que dice y espera tu cónyuge.
El amor te llama a recordar las cosas que son únicas en tu
relación, los placeres y deleites que hacen que el otro sonría.
El amor te llama a dar cuando sería mucho más conveniente
esperar.
Y el amor te llama a soñar despierto con estas oportunidades,
tan a menudo, que sus deseos se transformen en los tuyos
también.
Te desafiamos a pensar cómo abrumar a tu cónyuge con amor; a
sorprenderlo sobrepasando todas sus expectativas con tu
amabilidad. Puede o no significar un sacrificio financiero, pero es
necesario que refleje un corazón que está dispuesto a expresarse
con extravagancia.
¿Qué le gustaría de verdad a tu cónyuge?
Es hora de que comiences a vivir la respuesta a esa pregunta.
El desafío de hoy
Piensa qué le gustaría a tu cónyuge, si fuera posible. Ponlo en
oración y comienza a trazar un plan para cumplir algunos de
sus deseos (sino todos), hasta donde puedas.
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
En el pasado, ¿qué sucedió para que no quieras cumplir los deseos
de tu cónyuge? ¿Cómo cambiaría la relación si supiera que sus
sueños son una prioridad para ti? ¿Qué deseos estás intentando
cumplir?
El amor nunca deja de ser. (1 Corintios 13:8)
(Salmo 37:4)
¿Qué le gustaría de verdad a tu cónyuge? ¿Cuán a menudo te haces
esa pregunta?
El sentido común nos dice que no podemos darle a nuestro
cónyuge todo lo que quiere. Nuestro presupuesto y nuestra cuenta
bancaria nos dicen que es probable que no podamos costearlo. Aun
si pudiéramos, tal vez no sería bueno para nosotros... ni para él.
Quizá hayas dejado que el "no" se transforme en una respuesta
demasiado rápida. Tal vez hayas permitido que esta opción
negativa por defecto se vuelva demasiado racional, demasiado
automática. ¿Qué sucedería si en lugar de desestimar la idea,
hicieras todo lo posible por cumplirla? ¿Qué sucedería si lo que tu
pareja dice que jamás harías por ella se transformara en lo próximo
que hicieras?
A veces, el amor debe ser extravagante. Necesita hacer lo
imposible. A veces, necesita dejar de lado los detalles y bendecir
sólo porque quiere hacerlo.
¿Acaso se parece demasiado a la forma de pensar de un
adolescente? ¿Un amor así ya no está en el menú luego de tantos
años de matrimonio? Después de todo, como quizá estén las cosas
en tu matrimonio en este momento, ¿no sería poco genuino
consentir a tu cónyuge si no lo haces de corazón?
Lo bueno sería que sí lo hicieras de corazón. ¿Qué me dices de
adoptar un nuevo nivel de amor que quiera cumplir todos los
sueños y los deseos que pueda?
¿Acaso el amor de Dios no satisfizo necesidades de tu corazón que
alguna vez parecían imposibles? Vivías con una carga tan grande
de pecado y reproche que pensabas que nunca volverías a ganarte
la gracia de Dios. Sin embargo, te miró con amor y dijo que no era
necesario. Anhelaba que regresaras. Quería que te dieras cuenta de
tu necesidad de Él, y que luego de arrepentirte y acudir a Él, te
amaría y te perdonaría. "Dios, que es rico en misericordia, por
causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos
muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo"
(Efesios 2:4-5).
Pensaste que la vida se había terminado cuando cierto
contratiempo te derribó. Te quebraste y clamaste a Él. Oraste como
nunca antes lo habías hecho. Y aunque no fue fácil volver a
levantarte y seguir caminando, de alguna manera sobreviviste. Él te
recibió con su paz "que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses
4:7), tal como prometió, y te mantuvo de pie. Dios no eligió
derramar su amor sobre ti cuando te comportabas como un ángel.
No te ofreció su gracia porque la merecieras. "Pero Dios demuestra
su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros" (Romanos 5:8).
Él es tu modelo a seguir. Su amor está diseñado para que lo imites.
Aunque no eras un candidato probable para recibir su amor, Él te
lo dio de todas formas. Pagó el precio.
No todo lo que tu cónyuge quiere es demasiado costoso. No todo lo
que desea puede comprarse con dinero. Quizá, tu esposa anhele tu
tiempo; tal vez, tu atención. Quizá desee que la trates como a una
dama, saber que su esposo la considera su mayor tesoro. Tal vez
anhele ver en tus ojos un amor que decida estar presente sin
importar qué suceda.
Quizá, tu esposo anhele tu respeto; tal vez desee que lo reconozcas
como la cabeza del hogar frente a tus hijos. Quizá anhele que le
eches los brazos alrededor del cuello sin razón aparente, que lo
sorprendas con un largo beso o una nota de amor cuando no haya
un cumpleaños ni un aniversario para justificarlo. Tal vez desee
saber que todavía piensas que es fuerte y atractivo, como antes.
Los sueños y los deseos vienen en todas las formas y los tamaños;
pero el amor se fija bien en cada uno.
El amor te llama a escuchar lo que dice y espera tu cónyuge.
El amor te llama a recordar las cosas que son únicas en tu
relación, los placeres y deleites que hacen que el otro sonría.
El amor te llama a dar cuando sería mucho más conveniente
esperar.
Y el amor te llama a soñar despierto con estas oportunidades,
tan a menudo, que sus deseos se transformen en los tuyos
también.
Te desafiamos a pensar cómo abrumar a tu cónyuge con amor; a
sorprenderlo sobrepasando todas sus expectativas con tu
amabilidad. Puede o no significar un sacrificio financiero, pero es
necesario que refleje un corazón que está dispuesto a expresarse
con extravagancia.
¿Qué le gustaría de verdad a tu cónyuge?
Es hora de que comiences a vivir la respuesta a esa pregunta.
El desafío de hoy
Piensa qué le gustaría a tu cónyuge, si fuera posible. Ponlo en
oración y comienza a trazar un plan para cumplir algunos de
sus deseos (sino todos), hasta donde puedas.
__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
En el pasado, ¿qué sucedió para que no quieras cumplir los deseos
de tu cónyuge? ¿Cómo cambiaría la relación si supiera que sus
sueños son una prioridad para ti? ¿Qué deseos estás intentando
cumplir?
El amor nunca deja de ser. (1 Corintios 13:8)
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